
Como todas las tecnologías que averiguan datos personales, pueden ser abusadas. De las anécdotas surgió una investigación dirigida por autores españoles, que se presenta en la prestigiosa conferencia de privacidad Pets en Washington (EE UU) que empieza el próximo 14 de julio, sobre cómo algunas apps explotan los permisos de bluetooth y el wifi para rastrear nuestra localización en interiores o de usuarios que no permiten el GPS para ese fin. Técnicamente, no es ningún secreto que las antenas pueden saber qué móviles pasan cerca. La novedad de esta investigación es el ecosistema oscuro de quiénes extraen esa información escondidos en miles de apps para colocarnos anuncios, perfilarnos o simplemente saber dónde estamos en todo momento.
“Hay un montón de usos misteriosos”, dice Juan Tapiador, coautor del artículo y catedrático de la Universidad Carlos III. “Esto lo puedes aplicar a cualquier anécdota, como la chica que fue la clínica abortiva y luego se encontró un anuncio que la puso nerviosa o el tipo que viajó a un sitio de forma clandestina y luego le salió un anuncio que le descuadró. El caso más extremo es si vas a un supermercado o a una tienda de licores o a coger un libro y luego tienes un anuncio relacionado”, añade. A menudo en casos así solemos decir que el móvil nos escucha. Pero no hace falta. Con esta información y cómo se comparte pueden hacerse muchas conexiones sobre hábitos. Es razonable que para un ciudadano normal resulte sospechoso recibir publicidad muy fina, de algún detalle íntimo y que no sabe de dónde viene.
Hay bases de datos públicas con las coordenadas GPS de balizas bluetooth o antenas wifi. Con esa información, si detectan un móvil, es obvio que su propietario ha pasado por ese lugar. No es nada muy complejo. Pero esa información debería estar disponible solo para las apps que tienen permiso de sus usuarios, no para desconocidas empresas de marketing que perfilan a millones de ciudadanos. “El 86% de las 9.976 apps [analizadas] que usan balizas recopilan mucha información personal identificable (como nombre o ID del dispositivo), además de sus coordenadas GPS, redes wifi cercanas y resultados de escaneos bluetooth”, dice el artículo científico.
La localización dice mucho de nuestros gustos y hábitos. La precisión de esta información en interiores permite saber si compramos leche de avena o de vaca en el súper, si nos gusta detenernos en escaparates de tiendas de ropa barata o si miramos más true crime o ciencia ficción en las estanterías de una librería. Si alguien ha recibido una oferta del Burger King al entrar en uno de sus restaurantes, ahora ya sabe por qué. Pero el uso comercial de esta información va mucho más allá. Una cosa es permitir a Burger King que nos haga una oferta cuando nos descargamos su aplicación y otra es que en miles de apps haya pedazos de código que captan esta información y la mandan a desconocidas empresas de marketing que trafican con datos.