En Reuters recogen la historia de Anna Kuznetsova, una activista de Moscú que decidió investigar y denunciar esta situación. Según explican, Anna Kuznetsova vio un anuncio que ofrecía acceso a los datos recopilados por el sistema de vigilancia por reconocimiento facial de Moscú. Contactó con ellos, pagó 16.000 rublos (unos 180 euros al cambió) y envió fotos de la persona a la que quería espiar, ella misma. Dos días más tarde Anna Kuznetsova recibió un completo informe con 79 fotografías y todos los lugares en Moscú donde la activista había estado durante el último mes.
Si bien en esta ocasión se hizo para denunciar la situación, indican los abogados de Anna Kuznetsova que es algo común la venta de datos para espiar a otra personas mediante la tecnología de reconocimiento facial. Por unos 200 euros al cambio es posible conseguir el historial completo de movimientos de casi cualquier persona en Moscú. Los anuncios se mueven por Telegram y otras redes de Internet y aparte de pagar tan sólo hay que dar algunos datos de la persona sobre la que se quiere obtener información.
El sistema de reconocimiento facial de Moscú cuenta con unas 105.000 cámaras desplegadas a lo largo de la capital, según Reuters uno de los sistemas mejor desplegados y completos. Las autoridades estatales han indicado que desde su despliegue ha tenido un impacto positivo para reducir la delincuencia o por ejemplo tener un mejor control del confinamiento por COVID-19.
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